EXTERIORES

Albares busca enterrar la nefasta herencia de Laya endureciendo el tono contra el dictador Ortega

Albares busca enterrar la nefasta herencia de Laya endureciendo el tono contra el dictador Ortega
Luis Balcarce

Se acabó el tiempo del ‘diálogo’ y el apaciguamiento con el sátrapa nicaragüense Daniel Ortega que había decretado la ex ministra Arancha González Laya. El nuevo ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ha llamado a consultas a la embajadora de España en Managua, María del Mar Fernández-Palacios, en respuesta a un duro comunicado de la Cancillería nicaragüense en el que se denuncia la injerencia por parte de España y se recurre a los GAL para criticar al Gobierno. Albares busca enterrar la herencia nefasta de Laya plantando cara a las bravuconadas del líder sandinista contra España en respuesta al posicionamiento de nuestro país advirtiendo de que las elecciones en Nicaragua no son creíbles.

Según ha anunciado Exteriores en un comunicado, la decisión se ha tomado ante «graves e infundadas acusaciones contra España y sus instituciones, así como gruesas falsedades sobre procesos judiciales y electorales» que contenía el comunicado del Gobierno de Daniel Ortega. Dicho comunicado fue la respuesta a otro de Exteriores criticando los arrestos de opositores en Nicaragua en las últimas semanas y advirtiendo de que con ello se impedía que las elecciones previstas para el 7 de noviembre, en las que Ortega opta a su reelección, ofrezcan «un resultado con garantías y credibilidad».

Por su parte, la Cancillería nicaragüense replicó denunciando «la cínica y continua, intromisión, injerencia e intervención en nuestros asuntos internos, impropias de gobiernos democráticos, impropias también de regímenes que incumplen continuamente con los derechos de sus pueblos a la autonomía o a procesos autonómicos de independencia» y remitiéndose al «terrorismo de Estado» de los GAL.

Ortega tira de los GAL para atacar a España

Nicaragua hizo ver a España “la obligación que tiene de respetar, como nosotros les hemos respetado, y de asumir, sin demora, los caminos de respuesta a los justos reclamos de los habitantes de esa llamada Península Ibérica”.

También recordó a España “sus graves temas pendientes, que vienen desde la década de los 80, cuando su entonces presidente ‘socialista’, don Felipe González, creó los llamados Grupos Anti-terroristas de Liberación (GAL) que mancharon para siempre a España con responsabilidad sobre crímenes de lesa humanidad, nunca investigados o juzgados”.

Aseguró que España no ha esclarecido “cada uno de esos crímenes de odio y lesa humanidad que, según Naciones Unidas, no prescriben, es decir, están pendientes de investigación y condena en esa, llamada por ellos mismos, “democracia perfecta”.

“Recordamos al Gobierno Español que la verdad no puede ocultarse, ni prescribe, a pesar de la desfachatez con la que pretenden presentarse ante el mundo como impolutos, despercudidos, impecables, muy correctos, y exigentes con quienes consideran inferiores, imperfectos, incorrectos y, todavía bajo su ya, por gracia y luchas, inexistente e imaginario, imperio colonial”, continuó.

Laya pedía diálogo, Albares pide hechos

En plena escalada de detenciones de los candidatos de la oposición a manos de Ortega, González Laya se limitó a finales de junio a hacer una tímida llamada de atención por la grave situación que se vive en Nicaragua, por estas detenciones, al tiempo que se escondió bajo las faldas de la Unión Europea sopesando una posible respuesta ante la «ausencia de voluntad de diálogo» de Ortega.

El dictador le reprochó su «voz de alguacil sin percatarse en su perorata delirante de trasnochada mandamás que llevamos siglos sin dominio español». Laya agachó la cabeza ante los insultos del sandinista y decidió esperar hasta que se calmasen las aguas.

«La señora canciller ha hecho estos días ofensivas declaraciones sobre Nicaragua y sobre el presidente, recordándonos el cinismo y la desvergüenza de tantas tropelías y crímenes atroces cometidos por la corona española durante la brutal conquista de las sagradas tierras americanas», le espetó Ortega a Laya en una dura carta que no obtuvo respuesta.

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